viernes, 6 de marzo de 2009

Para una búsqueda del retrato espontáneo



Obtener retratos espontáneos, aquellos en los cuáles la pose haya dejado el lugar a la vida latente, no es tarea fácil. El primer paso es la decisión, la voluntad de quién fotografía, de trascender el simple congelamiento de una actitud y de pasar a una instancia en la que el modelo pueda ofrecer y dar algo más que estereotipos.

Sin esta decisión, que implica por parte del fotógrafo una renuncia a una situación de poder, no es posible pensar en liberar potenciales de expresión.

En los últimos meses hemos trabajado en talleres para guiar a los fotógrafos que se encuentran en esta búsqueda y la experiencia ha sido muy interesante, dejando numerosos aportes para seguir ajustando la forma de tratar el tema.

Siempre comenzamos planteando las condiciones básicas para un trabajo de este tipo: el cómo mirar a la persona que se va a retratar, el lugar que se le da.

Es fundamental la creación de un espacio y de un tiempo que sitúen a quienes fotografían y a quienes son fotografiados en una situación diferente, que logren colocarse en un espacio de juego.

Espacio de juego: esto es esencial para trasladar el rígido vínculo fotógrafo/modelo a otro más rico y creativo.

En los talleres hemos trabajado con la actriz VERONICA INTILE que, en una primera instancia responde a las consignas que le plantean los participantes, haciendo caso de estas instrucciones sin discutirlas y sin aportar lo suyo, como si jamás hubiera participado de una sesión de fotos, de este modo los fotógrafos comienzan a ver por dónde se está forzando una situación, de qué manera recibe el otro lo que pensamos que estamos explicando claramente. Lo enriquecedor de la experiencia se completa cuando la actriz explica a cada uno lo que realmente recibió como consigna y porqué reaccionó de un modo u otro.

En una segunda fase los roles cambian, la actriz despliega sus movimientos y su expresión en una búsqueda de imágenes, de composición, que los fotógrafos intentan captar y que exige de ellos atención y reflejos. Toman entonces conciencia del potencial que se abre con el espacio y el tiempo de juego. De esta manera se abre para los participantes una posibilidad de desafío, de crecimiento desde los hábitos adquiridos en la fotografía hacia una mayor libertad en su vínculo con los seres que van a fotografiar, una libertad que redunda en imágenes más auténticas y más reveladoras.